A los pocos meses de nacer el pequeño Íker López Márquez sufrió un ictus que le provocó la pérdida de parte de la movilidad en sus extremidades derechas. Poco después de ese crítico episodio empezaron a aparecer las crisis epilépticas que en cualquier momento pueden provocar que caiga al suelo desplomado, con el riesgo que eso supone puesto que Íker también sufre de hemofilia y ante una posible herida provocada por una de estas caídas su sangre no coagula para frenar las hemorragias.